El Trabajador Social Como Asesor Familiar: Socioterapia
Francisco Gómez Gómez
Julio C. Lorente Moreno
Pilar Munuera Gómez
Cristina Pérez Díaz-Flor
(Publicado en Cuadernos de Trabajo Social, nº 4-5, 1992, 139-150)
Algunas consideraciones previas sobre la familia
Es evidente que el papel desempeñado por la familia en nuestra sociedad se ha visto fuertemente modificado en las últimas décadas. El Consejo de Europa, en su reunión celebrada en Estrasburgo el 2 de septiembre de 1974, llegaba a las siguientes conclusiones sobre la familia:
1) Aparece como una institución secundaria, debido al proceso de modernización económico-social, después de haber sido el núcleo social fundamental. Hoy es una unidad de consumo”; el trabajo se lleva a cabo fuera de ras casas, quedando así reducida a una entidad consumidora, mientras que antes era considerada como una “unidad de producción”.
2) El modelo de familia cambia, pasándose de la patriarcal a la industrial, de la extensa a la reducida, de la rural a la urbana. Los roles de los padres se modifican, sobre todo, con el trabajo de la mujer fuera de casa.
3) Las separaciones matrimoniales suponen una serie de problemas para los hijos y para el cónyuge abandonado.
La familia, según estas conclusiones, aparece como una institución en decadencia, aunque lo que ocurre es que se extingue un determinado tipo de familia.
En nuestro país la protección social a la familia se encuentra por debajo de la media existente en Europa y por ello comienza a demandarse una mayor protección.
La orientación familiar
Es desde la propia familia desde donde surge el tema del asesor familiar, hace relativamente poco tiempo, cuando en España aparecen una serie de figuras, como son tos terapeutas de familia, orientadores familiares, educadores de familia, etc. que no teniendo el mismo perfil ni su estructura siendo la misma, ponen de manifiesto la singularidad de la asesoría familiar, que hoy puede entenderse como:
“el conjunto de técnicas encaminadas a hacer emerger las capacidades personales que pueden llegar a fortalecer los vínculos que unen a los miembros de un mismo sistema familiar, con el objetivo de que resulten eficaces en la labor de estimular el desarrollo personal de los miembros de todo el sistema familiar y reforzar todo el contexto emocional que les acoge” (Ríos González, JA., 1.984, 35).
0 en definición dada por Carl Rogers:
“consiste en una relación flexible, pero bien estructurada, que permite al sujeto/s alcanzar un grado de autocomprensión tal, que le permita adoptar medidas positivas a la luz de esta nueva orientación suya”(Rogers, O., 1.975,54).
La figura del asesor u orientador familiar (usaremos indistintamente ambas denominaciones para la función) se sitúa en una realidad diversificada. Parece motivada en un principio por la necesidad de mantener la salud y el equilibrio familiar, favoreciendo sus funciones e intentando evitar o ayudar en las crisis y sufrimientos en que, a veces, se ven envueltas las personas.
Antecedentes históricos
Citando nuevamente el documento elaborado en la Reunión de Estrasburgo (septiembre 1974), en apanado distinto se puede leer:
“se recomienda vivamente el ofrecer al público diversas posibilidades de elección entre varias organizaciones, creando al efecto centros orientadores con diferentes especializaciones, de modo que cualquiera que venga a consultar su caso pueda resolverlo”. ‘En los países en donde aún no existe este tipo de centros, la colectividad debe tomar conciencia de la actual evolución de las exigencias sociales y de la estructura familiar”.
Aparece la Ley
marca italiana el 29 de Julio de 1975 sobre centros de orientación familiar, que es pionera en la legislación sobre el tema. En la Ley, a pesar de que se contempla algún articulo que deja espacio para la asistencia psicológica y social, la primera preocupación es el cuidado de la higiene sanitaria, ya que la figura del asesor familiar, “elemento central insustituible en toda iniciativa de consulta”, permanece ausente, olvidándose también de la figura del asesor jurídico, tan necesaria en los aspectos complejos y numerosos que se presentan en la vida de la pareja.
En España, cuando con el Real Decreto de 27 de agosto de 1977 se reestructura el Ministerio de Cultura creando una Subdirección General de la Familia, se dio un paso para poder montar los servicios oportunos, como formación de orientadores familiares, estudios sobre problemática familiar, etc.
La Presidencia del Gobierno (Real Decreto 2275/1 978, de 1 de septiembre) regula el establecimiento de servicios de orientación familiar, entendiéndose así que dichos servicios eran urgentemente demandados por la comunidad y que iban a inspirarse en las directrices de los organismos internacionales competentes en la materia.
Efectivamente, y en esta línea como respuesta a la población, pero casi exclusivamente en lo referente al conocimiento y posibilidad de uso de los métodos anticonceptivos, aparecen censados, en septiembre de 1983, 193 centros de planificación familiar. Se destaca también la creación de 37 centros por iniciativa ministerial, en los que hasta ahora se han dado prestaciones fundamentalmente anticonceptivas.
Pero la planificación familiar, como señalábamos anteriormente, solo puede entenderse quedando claro que los planteamientos ideológicas de dichos servicios de orientación tienen que ser una oferta desde la acogida, asesorando y asistiendo técnicamente en materia conyugal y familiar a cuantas personas lo requieran, sin ningún tipo de discriminación:
• Con una concepción de la persona humanista e integradora, siempre en proyecto de desarrollo.
• Que se respete y valore la autonomía de las realidades humanas como son lo cultural, económico, social, político, sanitario, etc.
• Trabajo de promoción social, científico e interdisciplinar.
• Principio de solidaridad con la comunidad total.
Con estos principios —y sin agotar todas las iniciativas que han tomado cuerpo en España y con miras a una formación, preparando para intervenir en todas las dimensiones del hombre (bio-psico-social)— en el mismo año 1978 se abre el primer Centro Formador de Orientadores Familiares de la Universidad Pontificia de Salamanca, año que coincide con el del Real Decreto 2275/78. A la vez que se crea el servicio de orientación familiar al constituirse el Centro de Orientación de Salamanca, dependiente de la Diócesis.
En cuanto a la formación,
y dependientes de la Universidad Pontificia de Salamanca, aparecen estudios en Murcia y Valladolid. El plan formativo abarca dos años (hoy tres, con la nueva reestructuración) en los que las prácticas para el ejercicio de la función del orientador familiar son una asignatura fundamental, siguiendo un régimen de tutoría básica en la formación.
Los requisitos previos a la matrícula son licenciaturas en carreras afines a la familia: derecho, psicología, pedagogía, medicina.. o diplomaturas en trabajo social, enfermería, formación del profesorado (E.G.B). Superadas las pruebas, el título que se concede es el de asesor u orientador familiar.
En la Universidad Católica de Navarra se crean, en la misma época, cursos de formación de orientación familiar, creando últimamente el Instituto de Ciencias de la Familia.
En el año 1985, en Madrid, desde el Instituto Universitario de Matrimonio y Familia de la Universidad Pontificia Comillas, se implantan dos años de formación para obtener la “Titulación Superior en Ciencias de la Familia”
(Asesor familiar). La formación de este Instituto aparece orientada a psicólogos, sociólogos, juristas, médicos, trabajadores sociales,.. y a todas aquellas personas que, con una titulación, estén interesadas en investigar en materia familiar y comprende dos años académicas, teniendo que elaborar para la obtención del titulo una memoria sobre alguna temática familiar que se haya investigado.
En septiembre de 1987 surge en Andalucía esta misma acción formativa, apoyada por la Facultad de Teología de Granada.
En los últimos años, no obstante, han proliferado los cursos sobre familia de carácter privado, lo que indica que la demanda sobre el tema ha ido en aumento, sobre todo a partir de la creación de la figura del educador familiar por parte de algunas administraciones públicas, sobre todo los ayuntamientos de las grandes urbes, cuyas funciones aún están por delimitar.
Los aspectos esenciales de la orientación familiar y su problemática
La formación y la protección de la pareja en todas sus dimensiones es, además de la característica esencial, lo que exige —antes del matrimonio— una preparación adecuada, constituida por informaciones sobre los problemas conyugales-familiares y por una verificación de la posesión de la madurez psico-afectiva suficiente y —después del matrimonio— intervenciones pluridisciplinares para el crecimiento de toda la familia.
Teniendo presente la complejidad de la relación interpersonal, las dificultades de entendimiento, los ineludibles problemas higiénica-sanitarios y procreativos, psicológicos, jurídicos, económicos, educacionales, .. estos servicios deben constituirse como un conjunto de prestaciones que favorezcan el peculiar modo de realizarse como pareja y como familia.
Deben caracterizarse por una perspectiva personal del individuo o de la pareja, donde la persona es tratada como un ser en sí mismo, con su afectividad propia, su tensión y fragilidad, su propia conciencia, donde sólo un servicio de personas cualificadas —y constituidas en equipo— puedan ayudar a los interesados a conocer las propias motivaciones y errores, y aceptar el tratamiento más conveniente. El cual, para su realización, debe expresarse de forma interdisciplinar a través de la intervención de expertos técnica y humanamente preparados.
La intervención debe presentarse siempre como una participación humana, dentro del pleno respeto a la libertad y a las exigencias del sujeto, con ese contado personal, y sólo así será de extrema eficacia la orientación.
Estos servicios se traducirán como expresión válida y genuina en lo que respecta a los valores más altos y humanos de la pareja y de la vida familiar, conservando siempre su individualidad y peculiaridad como institución especializada en consulta, al servicio y ayuda en todo lo relacionado con la familia.
Los problemas con los que se presenta la orientación familiar, como ya venimos señalando, son de tipo relacional, impiden el desarrollo de relaciones humanas armónicas: repliegue sobre si mismo, inmadurez, complejo de inferioridad, problemas afectivos que perturban las relaciones sexuales, malentendidos familiares, etc. Otros problemas que se le presentan son: divergencias sobre los principios de educación de los hijos, conflictos de generación, incompetencia para llevar la casa, problemas provenientes de la elección del cónyuge, desacuerdo en religión, problemas de hogar, violencia, trabajo, paro… (Documento C.M.C.M., 1975, 915).
Dada esta problemática, los trabajadores sociales desde su función de asesores familiares tendrán un papel de especial relevancia, siempre que se adecuen de forma más cuidadosa los contenidos que reciben, en su formación académica, a la que nos referiremos posteriormente.
Niveles de asesoramiento
Teniendo presente que el objetivo de la orientación familiar es la estructuración del progreso personal de la familia, y considerando a ésta un sistema en relación donde el comportamiento individual tiene que ver con la interacción que se crea en todo el contexto familiar, y con cualquier modelo de familia que se tenga, es el refuerzo de los vínculos que unen a los miembros el trabajo de todo orientador.
Los niveles de orientación que consideramos en toda situación familiar son:
Nivel educativo de orientación
La orientación, en este nivel, teniendo en cuenta los cambios que se van a producir en las interacciones familiares en función de los distintos ciclos vitales, deberá proporcionar a la familia los medios básicos para poder realizar su función educativa y socializadora.
Configurar personas “sanas”, ayudando mediante la información en los procesos de desarrollo personal de cada uno de los miembros que forman la familia. Apoyo afectivo para resolver los encuentros interpersonales en las distintas facetas que la familia presenta.
Las llamadas Escuelas de Padres son medios instrumentales que, mediante una permanente educación de adultos, facilitan y ayudan en el compromiso de este nivel.
Nivel de asesoramiento (o preventivo)
Permitir y facilitar los criterios de funcionamiento para tratar las situaciones normales que en momentos determinados, sufren algún tipo de desajuste o alteración y ayudar así a superar las dificultades que aparecen. Se actúa con la familia, en esa peculiaridad que presenta, con una orientación específica para ese momento.
Este nivel permite mantener una mejor estabilidad familiar evitando el debilitamiento mayor y las crisis en que, mediante no poco sufrimiento, se ven envueltos los individuos. A veces, cuando aparece de forma clara el conflicto, la familia es irrecuperable mientras que con una atención oportuna, en este nivel, las relaciones hubieran sido más sanas y gratificantes.
Nivel terapéutico (o asistencial) del asesor familiar
Aparece una relación de ayuda mediante técnicas adecuadas para identificar primero, y reestructurar después, las disfunciones que aparecen en la familia, descubriendo nuevos mecanismos de cambio y ayudando a autodeterminarse en nuevas formas de realización.
En este nivel se descubren amenazas serias de deterioro y son los servicios propios de terapia, pero desde la orientación, los que cubren las necesidades de la familia.
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